No te enamores de mí.

Porque yo no quiero enamorarme de tí. Porque es inútil pensar que sería diferente. Porque hemos sufrido tantas decepciones y eso crea altas expectativas, y a su vez, bajas expectativas y por eso escribo esto.

No te enamores de mi empatía y mi generosidad, que es el resultado de tantas tristezas que estuvieron fuera de mi alcance. No quiero que me idealices, ni que tengas altas expectativas de que todo esto que soy, estará por siempre contigo. No porque me vaya a ir, sino porque esto, que tenemos todas las ganas de empezar, en algún momento acabará.

No te enamores de mi poca vergüenza, ni de mi imprudencia al hablar y de mis habilidades de reírme en los momentos menos oportunos. No te enamores de mi humor negro y mis gustos peculiares, que son extremos y no hay relación entre uno y otro. Mucho menos te enamores de mi sonrisa geniuna ni de mis chistes, que te sacan una sonrisa de lo malos que son.

No te enamores de mis encantos, de mi olor de mujer ni del calor de mi cuerpo; que buscas con mucho cuidado luego de tener suficiente confianza para hacerlo. No te ilusiones por mi forma tan sincera de decirte todo lo que pienso, de decirte con mucha dulzura esas cosas que nadie te dice. No te enamores de mi manera de darte ánimos y demostrarte lo mucho que me importas; no quiero que sepas que me importas tanto, que haría cualquier cosa por verte sonreír.

No te enamores de la forma tan desinteresada de velar por tu tranquilidad, ni mucho menos de mi preocupación por saber que te encuentras bien. No te enamores de mi manera de expresar mis sentimientos sin pensar en las consecuencias. Mucho menos te enamores de mis impulsos tontos, que de cierta forma, sacan de quicio a cualquiera y que, en definitiva, nadie puede manejar… Ni siquiera yo misma.

No te enamores de mis impulsos, a veces desinteresados y a veces contraproducentes. No te enamores de mi forma de ser tan sincera y tan leal… Jajaja! Tanta lealtad puede hacerte enfermar. Tampoco te enamores de mis ganas por hacer siempre las cosas bien, de mi ímpetu por ser siempre la mejor en todo lo que hago. En mi manera a veces desastrosa de querer dar siempre una buena impresión. Mucho menos te enamores de mi torpeza, que hace que te rías a carcajadas y otras veces te preocupa demasiado.

No te enamores de mi sencillez, de lo suave de mi piel ni de mis tatuajes, que cada uno representa una historia muy interesante y que te gustaría escuchar. No te enamores de lo tiernas que son mis manos, que tomas sin avisar y besas de una forma delicada; ni de mis abrazos reconfortantes, que siempre buscas al final del día. Mucho menos te enamores de la forma en que acaricio tu cabeza mientras me abrazas sin desperdiciar un segundo antes de que me vaya, o te vayas.

No te enamores de mis labios, que no has querido explorar… ¿Por timidez? ¿Por prudencia? ¿Por ser caballero?… Estos mismos labios que pueden ser el elixir en donde te gustaría morir lentamente con besos llenos de ternura y pasión. No te enamores de mis ojos, que son el espejo de mi alma y reflejan todo lo que soy, y que claramente no pueden mirarte más de 10 segundos seguidos.

Pero sobre todo no te enamores de mi corazón, que siente bonito por todo este delirio, en el que mi lógica pelea con mis emociones y que en algún momento terminará, ambos lo olvidaremos y seguiremos adelante. Por todo esto, no te enamores de mí.

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Por: Emir Lebedev

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