No como un adjetivo sino como un sustantivo. Un sustantivo con acción, que determina el sentido de la oración. Un sustantivo sin gentilicio que pueda poner barrera en el sentir de cada una en el mundo, ni abstracto como las palabras vacías de quién la ha lastimado.

Un nombre que denota convicción en sus palabras y determinación en sus acciones; que al desempeñar su rol de madre, hermana, amante y amiga, exhala sus sentimientos de manera incondicional.

Un nombre que denota empoderamiento y persistencia en la búsqueda de sus logros personales y que, al realizar los mismos roles mencionados, se encuentra dichosa con esos pequeños instantes de felicidad.

Un nombre que denota dulzura, delicadeza y ternura, con los ademanes característicos y con las palabras correctas. Con las inseguridades a flor de piel y una armadura que las protege cuando se sienten indefensas, la misma armadura de orgullo, coraje y valentía para superar las adversidades de la vida.

Ser mujer debe ser más que un verbo copulativo y un sustantivo, ser mujer es más que serlo. Ser mujer es más que sentir las emociones, es vivir cada una de ellas como si fuera su último día en la Tierra. Es vivir en su alma protectora las experiencias de los amores de su vida, de refugiarlos dentro de su corazón y añorar por siempre esa felicidad para con los suyos.

Ser mujer es disfrutar de tu sencillez y tu ternura, que es esa feminidad que te permite ser lo que tú quieras, vestirte como tú quieras y expresarte, de forma que siempre seas tú misma. Es tener la sensualidad de tu cuerpo y la calidez de tu mirada a disposición de aquel que te considere su musa. Es tener la dulzura en tus palabras y la belleza de tu alma a disposición de todo lo que te inspira, lo que anhelas y lo que te apasiona.

Ser mujer no es ser perfecta, todo lo contrario, es ser humana. Es aprender de tus errores porque eres esa luz para las personas más importantes en tu vida.

Ser mujer es ser mejor cada día porque tú quieres, porque educarás a una generación.