Como mujer determinadamente feminista (y a veces incongruente) puedo decir con todo derecho la verdad de que muchas veces nos equivocamos pero no queremos aceptarlo, porque no tenemos la intención de ello, y eso también es un error.

Una frase que me repito a mí misma es «El infierno está lleno de buenas intenciones», cuando me dan los ataques de locura en los que pretendo tener absoluta razón. De eso trata este artículo, en esos pequeños errores que debemos empezar a corregir para ser humanas antes de ser simplemente mujeres.

1. Siempre tendemos a juzgar

Ya sea que tu amiga se va a beber todos los fines de semana, tu novio quiera comprarse algún videojuego tonto, o te hayas peleado con tu mamá; siempre pensarás que ellos son los que hacen mal y no tú. La verdad estamos en un mundo lleno de matices, pero no soportas que los demás se equivoquen y peor aún, cuando los aconsejas, se enojan mucho más.

Solución

Aprende a expresar tus pensamientos (no tus sentimientos), ya que si lo ves de manera lógica, no eres nadie para juzgarlos. Si están predispuestos a tu juicio, dales la vuelta y déjalos ser y hacer lo que les parezca mejor: así, dejas una puerta abierta y recordarán lo que has dicho. Más adelante por muy superfluo que sea, te tendrán la confianza para contártelo o consultártelo.

2. Queremos solucionar la vida de los demás

Sí, tenemos la misma intención de las reinas de belleza cuando dicen: «Paz Mundial», y sabemos que eso sólo son palabras. Nuestro sentido altruista nos lleva a aconsejar precipitadamente cuando en realidad, nuestros seres queridos la mayoría del tiempo sólo piden ser escuchados.

Solución

Conoce bien el problema. Que hayan decidido tenerte la confianza para contártelo ya es un gran paso y siéntete bien con ello. No preguntes tú primero ya que la persona en cuestión se sentirá incómoda y no se abrirá contigo. Debes mostrar tu lado más comprensivo y realizar las preguntas a medida que vas conociendo la situación.

3. Nos presionamos demasiado

Sí, tenemos millones de cosas en la cabeza: destacarnos en el trabajo, pasar tiempo con la familia y amigos, realizar nuestros proyectos personales, limpiar la casa, pagar las cuentas, seguir la dieta y los ejercicios, etc. Y científicamente se ha comprobado que cada una de ellas las relacionamos con algún sentimiento y se vuelve complicadísimo porque al colapsar una parte se vuelve una reacción en cadena que… Aish! Ya me estresé de tan sólo pensarlo…

Solución

¡No eres una máquina! Debes ponerte en primer lugar y tomarte un break por tu propia salud mental. Tómate tu tiempo para no hacer nada: mira una serie nueva en Netflix, lee, duerme, contempla el atardecer, cómete ese donut de chocolate. No te sientas culpable de consentrirte de vez en cuando y un momento de ocio en el que te encuentres contigo misma es muy enriquecedor, lo suficiente para volver con optimismo a tus actividades diarias.

4. Somos muy orgullosas

Aunque tengamos todas las de perder en un argumento: ya sea con tu novio, tu compañera molesta del trabajo, tu padre o tu mejor amiga; no puedes aceptar que te equivocaste sin antes armar todo un alboroto. Es cierto, a veces podemos ser tan testarudas y defendernos con las uñas una idea que, estando en nuestros 5 sentidos, puede hasta sonar estúpida para nosotras.

Solución

Sé objetiva y reconoce que te estás equivocando, fuese por el motivo que fuese, la persona que te ama te va a entender. Puede que estés bajo el estrés del trabajo, con el período o el pasado haya sido muy doloroso; lo mejor que puedes hacer es ser sincera y buscar una explicación lógica a tu comportamiento. Cuando lo reconoces eres mucho más valiosa que si ganaras la discusión. Recuerda, la mayoría de las peleas ocurren por tonterías.

5. Queremos agradar a todos

En pequeña o gran escala, tenemos un sentimiento en común que es querer agradar a todos. Tener los méritos necesarios, entre co-workers, conocidos y personas que muy en el fondo no nos interesan, pero queremos quedar bien y hasta ser un ejemplo a seguir: ya sea teniendo la palabra en una acalorada discusión sobre algún tema superfluo, sintiendo empatía con personas que desafían tus ideales al 100% y demostrar que «tú eres mejor que ellos», anteponiendo cualquier incómoda situación sobre tí.

Solución

¡La verdad duele, y si no te sientes cómoda con alguien, sé sincera! No con esas personas, contigo misma. No tienes que demostrar nada a nadie, valora tus ideales y rodéate de personas que sean agradables para ti. Si tienes que hacerlo por alguien más, ya sea tu novio o tu mejor amiga, sé diplomática pero recuerda: no eres moneda de oro para caerle bien a todos… ¡Así que basta de forzarlo!

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Como mujer y como persona, he hecho cada cosa y el primer paso es reconocerlo y aplicar lo aprendido. Repítetelo hasta que te convenzas que antes de ser mujer, eres humana.

¡No quieras ser perfecta, enmienda tus errores y sé simplemente tú!