Hace poco terminé la segunda temporada de 13 Reasons Why, o para los que ven Netflix en español «Por 13 Razones», en donde se revelaron muchas más circunstancias que llevaron a Hannah a querer suicidarse… Y obviamente con ese final se nota que ahora sí van a bastardearla, para ver cuánto más le piensan sacar. Como siempre, me desvié del tema…
En esta segunda parte vemos a una Hannah que esperó demasiado de trece personas, completamente distintas y que, independientemente de que tuvieran alguna relación entre ellas, la defraudaron por factores externos. No compararé la vida adulta con estos personajes, que claramente son niñatos a los que el qué dirán simplemente les roba el sueño.
Pero cada uno de ellos significó una experiencia distinta para Hannah, en donde el único factor común era lo confianzuda y sumisa que llegó a ser. No hay que culparla por haberse quitado la vida, por querer experimentar, por querer ser ella misma y demostrarlo con sus escritos. No hay que culpar a nadie por hacer exactamente lo mismo con sus vidas. Ella esperó demasiado de cada uno de ellos y todos la traicionaron. Ella no fue valiente en afrontar su situación y las 11 razones para quedarse viva no fueron suficientes para ella.
Si has llegado hasta aquí, felicidades… Por fin iré al grano con este artículo.
Al esperar demasiado de alguien, ya sea familiar, amigo, compañero de trabajo, pareja; una palabra, un gesto, una acción o un detalle, estás dejando en sus manos tu reacción, no importa si es positiva o negativa. A ver si me explico: si recibes una negativa de alguien que quieres, habiendo esperado un sí… te arriesgas a que eso te afecte y lo más probable es que así ocurra. Igualmente si se trata de algo positivo, y qué mejor, porque así te sientes querido, atendido y tranquilo.
Lo malo en esto es que no todas las personas van a comportarse de la manera que tú esperas, porque simplemente cada cabeza es un mundo y cada forma de ser tiene un porqué. A veces es dificil comprenderlo porque eres bueno con todas las personas, trabajas duro, te esfuerzas, ayudas a los demás, eres leal y pareciera que no recibes lo que das.
Sí, también creo que es injusto, pero piénsalo de esta manera: puede que en algun momento tú no hayas sido amable, le dieras una negativa a alguien y la única justificación que encuentres es que «ese día no estabas de humor». ¡Normal! A todos nos pasa y nadie tiene por qué saberlo, o asímismo, a nadie tiene por qué importarle y no deben reaccionar con tus acciones, así como existan personas que no lo comprendan y te traten peor para desquitarse.
No esperes nada de nadie, ni positivo ni negativo, no pienses que por ser de buen corazón, la gente lo será contigo: no tiene ningún sentido. Nuestro humor no debe depender de las acciones de los demás y nuestra personalidad no debe depender de la personalidad de los demás. Aprende a soltar, a ser independiente con tus emociones y a no asociarlas con nadie.
Cuando esto ocurra, piensa que no es ni bueno ni malo, simplemente es distinto y debes aceptarlo, no soportarlo. Al soportar simplemente estás dejando que se convierta en una actitud pasivo-agresiva y a la larga, será peor. Aceptarlo es saber que existe, que está ahí, que debes convivir con ello pero no dejas que te robe la calma. Así debe ser con todo y con todos.