Hoy cumplo un Sueño

Hoy cumplo un sueño, uno que jamás pensé cumplir… Uno que siempre me hizo dudar de mis capacidades, todo quien me conoce realmente, sabe de lo que hablo. Un sueño que parecía imposible únicamente por mi propia cabeza dura, por los obstáculos que fueron impuestos a lo largo de los años.

Cuando estaba en la escuela lo veía tan lejano, porque tenía que pasar por pruebas que fueron difíciles para mí: la disciplina, la constancia y recordar todas esas fórmulas y trucos que mi papá casi a palazos me hizo aprender.

Cuando me quedé en Cálculo (y casi me quedo en física), nunca me lo perdoné, primero por el hecho en sí y segundo porque era una de las materias favoritas de mi hermano y mi papá. Pipo estaba tan concentrado en no quedarse él en la U, que no recuerdo algún regaño fuerte de él. Pero mi papá todos los días me recordó lo decepcionado que estaba de mí y yo quería morime, jajaja! Para hacer el cuento corto, pasé, pero no con la mejor nota… ¿Qué puedo decir? Odiaba las matemáticas (y las sigo odiando).

Por suerte me fue un poquito mejor en sexto año, un poquiiiiiito; y cuando estuve en mi práctica profesional tuve un pantallazo de lo que es la vida real. Mi mamá me apoyó muchísimo en esta transición y sobre todo me ayudó a verme como una real ejecutiva, jajaja! Y todo esto me sirvió mucho para aprender lo que es levantarse temprano todos los días para irse a trabajar y tener responsabilidades laborales.

Llegó el momento de mi graduación de último año, y no hice más que llorar en esa ceremonia. No recuerdo más nada que mis lágrimas desfigurando el poco maquillaje que tenía. No lloraba de felicidad, porque ya la práctica profesional fue sinónimo de ello y lo asimilé durante ese mes y medio. Lloraba por miedo.

Yo en mis sollozos me preguntaba, ¿y ahora qué? ¿Qué voy a hacer? Aunque ya tenía por lo menos el primer cuatrimestre de la Universidad pagado, pero como ya saben, era bien pendeja. Esa transición de adolescente a una persona que ya se vale por sí misma, fue un golpe que me dí cuenta que estuve recibiendo justo en esa ceremonia.

Llegó la universidad y fue poco lo que duré siendo una simple universitaria: no tuve la vida de parkins y fiestas luego de la U. No tuve muchos amigos en esos primeros años, quizás porque me parecía insufrible el hecho de tener esa mentalidad festivalera. Tuve unos cuantos trabajos, que al fin y al cabo me enseñaron mucho más a ser autosuficiente, hasta que por fin encontré aquel en el que encajaba, al menos más que en los anteriores.

Mientras seguía manteniendo mi promedio en la universidad, tuve muchas dificultades en mi nuevo trabajo, que de por sí ya es sacrificado: asumir nuevas responsabilidades, dificultades con novios, la pérdida de Papá Chicho (mi abuelo) y el hecho de no haberle dedicado más tiempo, quizás por esto mismo: los estudios y el trabajo.

Fueron tiempos difíciles para mí, lloraba, a veces hasta dormirme, pero nunca dejé que eso afectara en mis estudios, porque debía cumplir con ese sueño. A medida que más retos laborales fueron llegando, fui recuperándome, poco a poco sané mis heridas en soledad y con las distracciones, que de verdad fueron fructíferas para mi carrera en la televisión.

Como todo debe ser perfecto en el medio en el que trabajo, muchas veces me llevé esta doctrina a mi vida. A veces me ayudaba muchísimo a siempre tener un standard, tal como me lo habían enseñado mis papás, pero a veces también me frustraba y no disfrutaba de las experiencias: siempre tenía que ser un 10/10. A veces recaigo pero me digo a mí misma que no soy perfecta, que a veces se cometen errores y que no es el fin del mundo.

Y me he mantenido así, siendo una aprendiz igual que en el colegio. Siendo una esponja que es a veces testaruda y se distrae con lo superfluo. Una aprendiz que día a día busca cumplir sus metas, ser mejor cada día y disfrutar del proceso de adquirir nuevos conocimientos, de todo. Una pequeña mujer que cumplió un sueño. No. El de ella no, ella ya es feliz haciendo todo lo que le gusta y aprendiendo de la vida.

Una mujer que cumplió el sueño de su papá: verla graduada, verla con el título de licenciada. Un sueño que tuve todo el placer y las ganas del mundo de cumplir. Y casualmente hoy es mi cumpleaños, pero yo ya recibí mis regalos: mis papás, quienes me apoyaron SIEMPRE a nivel académico, moral, monetario y emocional, de una forma paciente, constante, hermosa e incondicional.

El sueño que cumplo hoy es de ustedes y para ustedes. Los amo.

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