Sí, puede resultar irresistible para cualquier mujer straight con cierta debilidad en sus bajas pasiones y quizá resulte catastrófico dejarse llevar por esos impulsos que al final lo único que logran es alegrar su vagina pero no su rostro.
Catastrófico… puede que haya exagerado en el término, pero no es un misterio para nadie que ese órgano nos hace querer cometer estupideces, empezando por la de pensar que nos quiere. Nuestro primer impulso es que haga estragos sólo en nuestras vaginas (¡y vaya que nos gusta!), pero resulta inmiscuirse además en nuestras mentes y nuestro corazón. ¿Por qué?
¿Por qué no podemos ser igual de animales y pensar únicamente con nuestras vaginas, que ellas actúen y apagar nuestro corazón? ¡Sí! Que ellas hagan todo el trabajo y no nos afecte en la siquis todo lo que conlleva una relación sexual. Que sepan de antemano que lo único que se introduce en ellas es un órgano que cuenta con la particular característica de tener muchas más terminaciones nerviosas que el resto de su cuerpo, al igual que el nuestro.
Si ellos nos ven como un ‘hueco’, por qué no podemos verlos a ellos como un palo, con cara. ¿Por qué vemos todos los demás aspectos y, encima, le buscamos algo positivo? ¿Por qué nos encariñamos con todo lo que no es su pene? Es que si pudiéramos tener la facultad de eliminar por completo el hecho de que nos gusten cosas como sus manos, su olor corporal, su voz, sus brazos, su pecho con sus tres pelos… ¿Por qué queremos meter el romanticismo hasta en la sopa?
El problema realmente radica en idealizar todas estas relaciones casuales, dar todo de tí esperando lo mismo de vuelta. Y quizás porque sabes que en otro momento ya no podrás hacerlo más… ¿Es el pene tan imprescindible así? Quizás sí. Siempre buscamos amor donde no lo hay, aferrándonos a una historia de amor imposible en la cual estamos dispuestas a luchar, solas… Con nuestras vaginas mojadas.
Todo esto suena a que pronto Mayii se volverá lesbiana… Jajaja! No, I’m straight. Pero sí debería bajarle dos rayitas a mis impulsos, que al fin y al cabo son sólo eso, y no dejar que dominen mi mente y mucho menos mi corazón.