¡Sola soy mejor!

Sí… Luego de 6 meses de mi última estrepitosa ruptura amorosa, me he tomado el suficiente tiempo para llorar, meditar, superar y aprender de mis errores a través de lágrimas agridulces que poco a poco dejaron de quemarme las mejillas y comenzaron a liberar mi alma.

Un alma que desde que se conectó con mi uso de razón, fue libre y quiso aprisionarse por medio de amores que fueron artífices de mi propia locura. Amores adictivos, tóxicos, malvados e hirientes en los que tengo igual o mayor culpa que mis verdugos. Amores Fallidos que en cierta parte terminaron de una forma escandalosa, pero me enseñaron muchísimo sobre mí misma y de todo lo que estuve dispuesta a perder por tantos años.

Ahora los recuerdo con cierta indiferencia, a veces me culpo a mí misma por no darme cuenta a tiempo que no estaba siendo feliz, que es la principal meta de alguien que busca a un compañero o compañera. Con esos amores pretendía durar muchos años, establecernos, casarnos y formar una familia. No sé si eso es demasiada ingenuidad o una forma de amar eternamente, que vino insertada en mi cerebro quizás desde que comencé a absorber aquellas historias de amor de los cuentos y las películas.

Ahora los recuerdo con cierta repulsión y quizás haber permitido todo ese daño es lo que me hace no querer volver a hablarles, ni a los oficiales ni a los posibles… Ni siquiera a los efímeros, porque son el mal recuerdo materializado de mi estado de ingenuidad y estupidez. No es rencor, es quizás no querer hondar más en el pasado que, de una forma u otra, me hizo daño y por el cual no puedo fingir cierta disconformidad así que prefiero ahorrarme la fatiga y seguir adelante, conociendo a nuevos posibles adeptos de mi locura.

Es cierto que en cada equivocación hay una lección y en cada nuevo amor (oficiales o efímeros) hay miles de momentos perfectos e imperfectos que nos llevan a adquirir mejores y más fructíferas experiencias hasta encontrar el amor definitivo. Pero es que he tenido tantas «equivocaciones», que a veces me han hecho pensar que soy yo la del problema, sencillamente por ser el común denominador de esas relaciones.

Entonces he tomado la decisión de permanecer sola, no sé si me lo he buscado o no pero definitivamente tengo mucho qué hacer por mí misma antes de siquiera pensar en dar todo de mí a alguien más. Es que me he acostumbrado a tener mis propias cosas, que quizás es muy difícil que salga de este estado en mucho tiempo. No quiero tener que compartir todo esto que he venido construyendo en estos últimos meses a alguien que muy seguramente no valdrá la pena en un futuro.

Soy mejor sola porque así dedico toda mi atención a lo que es realmente importante para mí y tengo tanto que no quiero dárselo a nadie todavía. No quiero compartir nada aún porque todas estas luchas nadie las entendería, todo esto que encierra mi juicio, mi personalidad, mi vida y mis sueños, son demasiado complejos que ni yo misma los entiendo pero yo misma sabré cómo manejarlos. Porque no son malos, ni son buenos… No necesito el juicio de nadie para saber si me hacen bien o me hacen daño.

No necesito el respaldo de un hombre para tomar mis decisiones, porque la vida me ha enseñado que el hombre solo verá lo que le conviene: lo que le gusta, lo que le hace feliz, lo que no le molesta y no le afecta en su tranquilidad. Independientemente de lo que quiera su compañera, entonces no quiero depender del juicio de un hombre que sólo vela por una parte mientras que su mujer tiene miedos e inseguridades y precisamente eso es conveniente para dejarse guiar de forma subjetiva e injusta.

Soy mejor sola para así poder meditar en paz: ensimismada en mis pensamientos en el Metro, cantando a todo pulmón músicas no portugués, escribiendo, viendo videos en YouTube, manejando o simplemente cerrando los ojos antes de caer en el sueño profundo. Todos estos momentos son cruciales para mi introspectiva, la cual no quiero que se vea afectada por ningún factor externo, en este caso, un hombre.

Soy mejor sola porque así tengo la verdadera libertad de hacer lo que yo quiera y nada más, y eso me gusta. Y ese factor externo que me haga renunciar a esta libertad tendría que estar a la altura. Mientras tanto no me apuro… No quiero cometer más errores en mi camino, que he aprendido a amar con el tiempo. Es por esto que soy mejor sola, porque en mi soledad me amo a mí misma y a todo lo que me ha llevado a ser lo que soy el día de hoy.

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