Sí, escribí «cuerpas»… A propósito. Sí, ya sé que está mal escrito y quizás antes lo hubiese criticado, si no es que ya lo critiqué… Pero la falta ortográfica tiene un por qué. Como en muchas marchas feministas, se utiliza este término para referirse al cuerpo femenino exclusivamente, manifestando el descontento que arraiga el hecho de que realmente nuestra ‘cuerpa’ no nos pertenece.
No es un acto vanal o necedad utilizar este sustantivo, es un acto de revelación porque vivimos en una sociedad en la que el cuerpo femenino se sexualiza, escandaliza, causa morbo o rechazo. Es objeto de comentarios, juicios, expectativas por parte de personas tan ajenas a él que a veces ni nos damos cuenta de todos esos micromachismos que escuchamos de todos diariamente.
Porque nuestra siquis está plagada de estereotipos, muchas veces arraigados al machismo de esta sociedad tan absurda y de complejos que nos desaniman y afectan nuestra autoestima. Porque las mujeres tenemos que gustarle a los hombres: más flacas, más limpias, depiladas y perfectas. Cumplir con los estándares publicitarios, de la TV, el internet y hasta del porno.
Pero claro, cualquier ‘macho’ te dirá «no tienen que ser perfectas»… Pero no scrolleas una foto de alguna súpermodelo con medidas 90-60-90, una mujer full-explota’a o influencer sin darle likes repetidamente. Y de hecho, ¿quién te crees para decirme lo que ‘tengo’ o ‘no tengo’ que ser? ¡Ah, cierto! Yo soy la loca acomplejada… Por ese machismo que está en mi cabeza con el cual debo cumplir para que alguien quiera ser mi novio, casarme y tener hijos porque para eso son las mujeres: un trofeo de los hombres y una máquina de fabricar bebés.
Porque aún es visto como un pecado mortal que una mujer ignore todos esos estándares y haga con su cuerpo lo que quiera. Que no quiera agradar a nadie más que a ella misma. Cuando ella se arregla como quiere; y si a ningún hombre le gusta cómo se arregló, no importa porque ella está más que bien consigo misma. Esas mujeres aterran a los más débiles y se ve reflejado en los malos comentarios ultra retrógrados y machistas:
- «Total, ni está tan buena!»
- «Está toda operada, es puro plástico»
- «No me gustan tan maquilladas. Prefiero a las más naturales»,
- «No tiene nalgas ni tetas»,
- «Está toda tatuada, ¡qué asco!»,
- «Mira cómo se viste… parece puta» o también «parece cueca«.
Las mujeres de hoy tenemos la capacidad suficiente de discernir y de que nuestras propias ideas, conocimientos, ideologías y creencias fluyan por sí solas, y que lleguen a más mujeres reprimidas, a veces solo por sus propios pensamientos, sus experiencias y su crianza machista: porque no conocieron otra cosa. Lo bueno de todo es que cada vez hay menos mujeres diciendo estas barbaridades.
Por qué te molestan éstas tetas y no las otras tetas? Por qué unas son feas y las otras son bonitas? Sólo son tetas y ellas sólo decidieron usarlas de diferentes formas! pic.twitter.com/UUgdpujk3l
— Panameña AF 🏳️🌈🌹🇵🇦 (@MayiiRoses) November 16, 2019
Por esto existen muchos movimientos que cada vez se hacen notar más. Que reflejan una disconformidad, una situación precaria o, de plano, violación a los derechos humanos… y no importa la osadía de la protesta, el hombre blanco heterosexual católico boomer pro-familia promedio sólo verá a ‘una mujer mal cogida queriendo llamar la atención’. Porque no cumple con sus absurdos estándares: no está en la cocina, no es callada y sumisa; no se viste ni se expresa ‘como una dama’, etc.
Mon Laferte fue libre de dejar sus compromisos musicales y viajar a Chile para protestar a las calles: usar su influencia y sus redes sociales para dar a conocer la verdadera situación actual, esa que los medios plagados de discursos de ideologías muestran parcialmente. Mon representa a la mujer de LatAm que anhela surgir luchando contra todos esos estereotipos, contra la brecha educacional, la adoctrinación de la iglesia católica, contra la desigualdad salarial, los gobiernos corruptos, contra el acoso sexual laboral y callejero, la subestimación de los hombres y la penalización del aborto voluntario y espontáneo.
Por esto Mon Laferte es un ícono feminista y totalmente revolucionario… porque ella decidió dejar el glamour de una alfombra roja de unos premios sobrevalorados a un lado y mostrar su cuerpo con el mensaje que ella quería, no con fines sexuales (lo cual siempre es lo esperado por los hombres) sino con fines de protesta. Apoyando también el movimiento feminista pro-aborto, el cual representa la lucha de las mujeres para ser libres de decidir sobre SUS CUERPOS.
Y la mujer desde que nace es libre, desde que tiene consciencia de su integridad física, cuando se mira al espejo y mira sus curvas y sus planicies; mira sus motivos y marcas que le dejaron la vida y los hijos… Es libre de tallar con agujas y tinta piezas de arte o de adornar con piezas metálicas y pendientes. Es libre de depilar, teñir, modificar y dejarse los pelos… Es libre de usar su cuerpa a su antojo porque es SUYA.
Suya y de nadie más.