¡2019!

2019: Un año desbordado de lecciones, el que pude conocer, experimentar y aprender tanto… que me sorprende que todo eso haya tenido cabida en un sólo año. Pero aquí estoy, con el corazón lleno de amor: amor propio, amor de mi familia, de mis amigos, de personas especiales que Dios y el universo pusieron en mi camino; lleno de seguridad, de sabiduría, de entendimiento y madurez.

Fueron tantas experiencias hermosas, divertidas y fuertes, que incluso las podría enumerar por mes:

Enero. Subí el Volcán Barú: Algo inalcanzable y casi imposible, que pude lograr en 12 horas pero que me ayudó a purgar todas mis malas vibras del 2018. Aprendí a unirme más con mis primos, quienes considero mis hermanos y a atesorar los recursos (sobre todo el agua).

 

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Febrero. Me gradué el día de mi Cumpleaños: Cumplí el sueño de mis padres, mi hermano y mi familia. Al fin pude decir: Estoy tatuada y graduada. Todo junto a mis mejores amigas de la Universidad, quienes me cantaron antes de la ceremonia. Ese día me sentía una princesa con mi toga y mi birrete.

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Marzo. Ví a Residente en Vivo: Mi artista masculino favorito de siempre, porque me aprendí casi todas sus canciones, siempre me encantó su irreverencia y su forma de hacer arte y verlo en vivo fue simplemente un sueño hecho realidad.

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-Pero no todo fue felicidad en este año… También hubo meses turbios en los que literalmente quería morirme-

Abril. Un amigo me traicionó: Alguien que estimaba y quería mucho, me hizo confundirme completamente solo para aprovecharse de mí. Al principio todo era un juego, y quise creer en sus palabras pero sus acciones demostraban todo lo contrario. Entonces me alejé completamente porque sabía que permanecer ahí me haría más daño. Lloré como nunca este mes porque no podía soportar verlo.

Y para superar este bajón…

Mayo. Viajé sola a Brasil: Durante la JMJ conocí a Jaque y a Gika, dos catarinenses que se hicieron mis amigas y me invitaron a vacacionar en Brasil. Conocí a Alexandre, a Higor y su hermosa familia, quienes me hicieron sentir un miembro más en el Día de las Madres. Aprendí muchísimo de la cultura de la Región del Sur de Brasil, a subsistir sola en Florianópolis, SC., y a hablar portugués más fluidamente.

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Junio. Mi desequilibrio Hormonal: Una odisea que no le deseo a ninguna mujer. Pero que llegó para enseñarme (a palos) a cuidar y a querer más a mi propio cuerpo. En mi artículo “Todo está bien…”: empieza el relato de mi más reciente lucha., explico más detalladamente todo lo que me pasó.

Julio. Mi Recuperación: En dos meses de doloroso letargo, por fin veía la luz entre tanta oscuridad, y poco a poco entendía todo lo que había pasado con mi mente, mi cuerpo y mi corazón. En el artículo “…realmente bien”: …una lucha de adentro hacia afuera., está el descenlace de toda esta odisea.

Agosto. Volviendo a ser yo: Volví a nadar, me volví a tatuar, volví a mis ejercicios habituales y a trabajar. Me sentí feliz de poder regresar y ser útil como siempre. También volví a mis andanzas, a rumbear y a salir… Cumplí el sueño de mi mamá de ver a Chayanne en vivo y también fui a ver a mis reggaetoneros favoritos de siempre. Porque quería, y porque mi físico estaba mejorando cada vez más.

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Septiembre. Volvió el trabajo duro: Empezó la temporada 2019-2020 de NFL y también todo lo que queda del año para cerrar en cuanto a deportes. Me mantuve trabajando todo lo que no pude los meses anteriores, con la mente ocupada y sin tiempo para lamentarme de absolutamente nada.

Octubre. Casi se nos va la Matriarca: Mi abuela comenzó a tener problemas cardiacos y como familia todos nos asustamos y por eso nos unimos para darle amor y fuerzas. Nos dimos cuenta a tiempo de que su condición estaba empeorando y le operaron para colocarle un marcapasos. Ahora ella está sana, tranquila y seguirá con nosotros por muchos años.

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Noviembre. Trabajando en mí: Seguí ocupandome de mí misma y de concentrarme en el trabajo, tanto que comencé a brotarme por estrés. Casi ni dormía y me volví dependiente al café, pero con la satisfacción de seguir cosechando frutos en mi profesión. También seguí mejorando en natación y no había semana en la que no fuera a relajarme y despejar mi mente entre tanto alboroto. Al final logré un balance y me llenaba de satisfacción.

Diciembre. Conocí a un nuevo ‘alguien’: Quemando el último cartucho del año y cuando menos lo esperé, conocí a un chico con el que rápidamente tuve buena química. Yo ya sabía quién era él pero él no sabía quién era yo, en lo absoluto. Ahora estamos en el proceso de conocernos mejor y de compartir muchos momentos juntos. Quién sabe qué nos depara el destino, lo único que sé es que me encanta todo lo que estamos viviendo.

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PD. No soy Giants Fan.

Y así termina este hermoso año lleno de recuerdos y sin duda uno de los mejores de mi vida, porque entendí muchas cosas, porque aprendí de la empatía, a ser agradecida, a cuidarme a mí y cuidar a los míos, aprendí a superar mis propias expectativas de mí misma, a darme cuenta de quiénes en verdad están conmigo y sobre todo a amarme más, amar cada una de estas heridas porque se traducen en enseñanzas y en fortaleza. Más que nada para poder enfrentar los retos que ya se avecinan en este 2020 y que estoy ansiosa por superar.

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