Me abstuve de escribir algo sobre toda la situación durante este primer mes de aislamiento (en Panamá), quizá porque necesitaba adaptarme a esta nueva realidad que supone un bucle eterno de malas noticias. Porque quería aprender más, instruírme y no dejarme llevar por el amarillismo de los medios ni los mensajes alarmistas de mis tí@s en Whatsapp.

Porque quería comprender qué tan grave es todo este asunto, tenerlo en cuenta y adaptar mi mente a este escenario, el cual si lo pienso demasiado me abruma pero creo que he sabido sobrellevarlo.

A mí me tomó un mes, a otros quizás una semana o dos y puede que exista gente que nunca se acostumbrarán a estar encerrados. Creo que, después de todo, he encontrado el lado positivo y ya no me pongo a llorar sin motivo ni a pelear con mi novio o con mi familia porque sí.

Me ha ayudado mucho pensar que esto es una experiencia de vida única e irrepetible, que será una anécdota interesante para contarle a mis hijos y nietos tal como mis padres todos los 20 de diciembre, me cuentan los fatídicos días pre y post Invasión. Me da un poco de risa y alivio saber que yo también viví en tiempos interesantes.

Sobre todo cuando me toca salir a buscar ‘provisiones’ me pongo a pensar mientras manejo a velocidad, por las calles extrañamente vacías de la ciudad, me concentro en mi respiración acortada por mi mascarilla y ver a todos los demás también con las suyas lo vuelve un escenario apocalíptico impresionante. No quiero ser macabra pero cuando volvamos a la normalidad, echaré un poco de menos todo eso… Si es que volvemos.

Y en esos viajes cortos, también me he preguntado: ¿A estas alturas qué es lo normal? ¿Aplica la normalidad en esta nueva realidad? ¿Lo extraordinario se ha vuelto normal? No lo sé, quizá me toque divagar un poco más en esta realidad a ver si encuentro la respuesta a estas preguntas.

Mientras, seguiremos adaptándonos como buenos humanos que somos, a toda esta locura que, en principio lo veíamos tan imposible, se volvió inevitable y ahora hay que convivir con el Coronavirus por siempre, hasta que encontremos una vacuna que nos permita ‘volver’ a nuestras vidas de antes. Y tú, ¿cómo sobrellevas esta nueva realidad?