Cuando el ego mata al amor…

El ego y el amor son negro y blanco. Un contraste que envenena ambas almas.

El ego… ¿qué entendemos del ego? ¿Es bueno o malo? ¿Lo tenemos o sólo lo fingimos? ¿Tiene sentido o no utilizarlo? Cuando vemos a una persona con un ego elevado nos parece inalcanzable, inquebrantable y segura de sí misma, y sentimos que nunca vamos a poder conocerla del todo porque siempre estará esa pared gigante impenetrable que protege todas sus vulnerabilidades.

Y tener ego, como en todo, no está mal si lo tenemos en la medida suficiente en la que podamos darnos ese valor como personas y no dañemos a los demás. Que podamos determinar qué merecemos y qué puede ser perjudicial para nosotros. Sobre todo que veamos qué nos conviene y qué no, de manera que utilicemos ese buen juicio a nuestro favor.

Sigmund Freud cree que el ego trasciende el sentido de uno mismo para convertirse en un sistema de funciones psíquicas de defensa, funcionamiento intelectual, síntesis de la información y memoria, entre otras. El yo supone el primer paso del propio reconocimiento para experimentar alegría, castigo o culpabilidad.

En el vocabulario coloquial, ego puede designar el exceso de valoración que alguien tiene de sí mismo. Como tal, es sinónimo de inmodestia, arrogancia, presunción o soberbia.

  • egolatría, culto o adoración de una persona por sí misma;
  • egoísmo, tendencia de las personas a profesar un excesivo amor por sí mismas olvidándose de los demás, y
  • egocentrismo, una exagerada tendencia a la exaltación de la propia personalidad.

Encontré estas definiciones bastante sencillas para ponernos en contexto y todo parece «normal» y bastante aceptable hasta este punto del artículo… Pero ¿qué pasa cuando existe de manera desmedida? ¿cuando es el principal motor de nuestras acciones y nos volvemos presos de él? No existe alguna forma de determinar «cuánto» ego es bueno o malo, solo nos damos cuenta cuando ya hemos lastimado a los demás con nuestro comportamiento.

Yo no soy la mejor referencia porque nunca me he impulsado por mi ego para actuar, siempre he actuado desde la lógica o desde los sentimientos y en estos casos no he sido nunca «el egocéntrico» sino la «víctima» que potencia mucho más el accionar de esos verdugos. Pero puedo hablar desde mi perspectiva por las incontables experiencias, con el común denominador que termina siendo mi corazón tratando de justificar esas acciones que causan dependencia.

Porque sí, nada impulsa más al ególatra que su propia conveniencia y bienestar, únicamente. Tiende a confundir a los demás porque hará buenas acciones disfrazadas de altruismo para potenciar aún más su ego. Se da golpes de pecho con su altruismo independientemente de cuánto le cueste, busca la aprobación o popularidad con acciones que quiere que todo el mundo vea que él hace. No hace las cosas desde el corazón sino desde el orgullo de decir «Yo hice esto, agradézcanme».

La experiencia me ha enseñado a verme a mí misma y a aquel ególatra desde afuera, y darme cuenta que las relaciones así son adictivas, crean dependencia y todo el ego resulta dañino para el verdugo y para la víctima. ¿Por qué crean dependencia? Porque el ególatra nunca se entrega del todo y siempre tiene la necesidad de mantener a la otra persona en una necesidad constante, disfrazándola de frialdad o dificultad para expresar sus emociones: un buen día pueden tratarte de las mil maravillas, brindarte toda la atención y hacerte sentir en las nubes. Al día siguiente, de la nada, te tratan como si les dieras igual, no te escriben en todo el día y te preguntas ¿ahora yo qué hice mal?

Esto me ha pasado incontables veces… Y me he sentido fatal porque sé que permito que me traten de esa manera, porque de algún modo termina siendo mi culpa y no es para nada reconfortante el expresar esto a quien te hace sentir de esta manera y que te respondan con una excusa tonta o, peor aún, con un «estás exagerando». Al verme desde afuera me hago la pregunta ¿por qué tienes que soportar todo eso? ¿Tan poquito crees que mereces? La persona que te quiera te va a dar atención SIEMPRE y no va a dejarse llevar por su ego para hacerte sufrir y mantenerte anclado.

Desde el ego nunca hay una entrega completa. Aprende a diferenciar entre blanco y negro. Entre todo y nada.

Es que es tan curioso que logren esa dependencia en los demás, hacer que las personas necesiten de ellos, darles sólo un poco y luego retirarse para que, inconscientemente, les pidan más y más. Es un patrón de comportamiento bastante dañino también para el ególatra porque nunca va a poder mostrarse vulnerable al mantenerse en ese constante estado de alerta o de protección a sus intereses. Sería difícil para ellos mostrar un cariño desinteresado e incondicional y su baja autoestima ni siquiera les permitirá gozar de todo lo que «tienen» en su vida.

Porque sí, el ego habla desde el «yo tengo» y por mucho que tenga el ególatra, ya sea riquezas, dinero, logros, personas, contactos, trabajos, habilidades, estudios, carisma e inteligencia; nunca podrá hacer la introspectiva y hablarse sinceramente desde el «yo soy». Será muy difícil que logren una sana autoestima y terminen lastimando a las personas que de verdad los quieren con esa dependencia dañina que logran en ellos. Hasta que un día esa persona dice ¡YA BASTA! …porque está cansado de esas migajas y se da cuenta que merece mucho más que solo alimentar el ego de una persona que sólo se ama a sí misma… y lo peor es que no se dan cuenta de todo el daño que hacen.

Muchas veces dije «basta» y muchas veces volví a caer… Hasta el día que llegó el definitivo y de lo único que puedo arrepentirme es de no haberlo dicho antes. No importa ya, aprendí muchísimo de esas malas experiencias y ahora sé diferenciar el ego de la autoestima de aquellas personas que me importan. No tengo la capacidad de seguirles el juego, precisamente porque me parece una pérdida de tiempo pero ahora en lugar de ofrecer mi compasión y amor para que de alguna forma idílica se den cuenta de que «estoy dispuesta a todo» por ellos, debo mostrar mi valor marchándome al primer indicio de que quieran jugar conmigo.

El ego mata al amor porque crea dependencia. Es dañino para la víctima porque la vuelve vulnerable, es dañino para el verdugo porque nunca se entregará del todo. Vuelve a dos personas que se alguna vez se amaron, en dos personas infelices que sólo permanecen unidas por costumbre o comodidad: una por necesidad de atención y otra por necesidad de reconocimiento. Es bastante tóxico pero por lo general es la víctima la que le pone un punto final. Y a estas situaciones eso es lo único que hay que hacer porque el daño es irreparable.

Referencias:

Un comentario en “Cuando el ego mata al amor…

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s