La mayor parte de tiempo este blog se ha caracterizado por mis experiencias en el amor. Sin mucho recelo he contado gran parte de mis andanzas, quizás porque no soy la única que la vivido y a lo largo de los años mi perspectiva ha cambiado. Me encanta poder compartir esas experiencias con personas que quizás necesiten saber que no están solos y que puedan ver su problema desde otra perspectiva.
No me da pena reconocer que en algún momento fui débil, fui sumisa, me deprimí, me sentí poca cosa, y aunque no fue del todo mi culpa, permití que esos pensamientos tóxicos se apoderaran de mí. Sí, fui ingenua muchas veces, creyendo que al actuar igual las cosas serían diferentes. No me conocía, no sabía quién era Y así pretendía que la persona que me acompañara en mi camino si supiera quien fui.
Es que ahí está el meollo del asunto, ¿quien fui? ¿Quien fui yo en esos momentos? Quien pretendía ser? ¿Porque actué como actué? ¿Cuál era el propósito de mis sentimientos en esos momentos? ¿Siquiera había un propósito? A veces divago y me hago todas estas preguntas, no sé si tengan respuesta, no sé si quisiera responderlas. No por miedo ni por vergüenza, Sino porque muy en el fondo nunca supe realmente el por qué… Puedo suponer que todo se trata de mí, de mi poca autoestima, y no es que odiara mi forma de ser. Sino que no estaba conforme o como ya lo dije no me conocía y pretendía que alguien más lo hiciera. No me amaba incondicionalmente, y pretendía que alguien lo hiciera por mí. No buscaba mi propio bien, y pretendía que alguien más lo hiciera por mí… ¡Que ilusa!
Y no, no me estoy auto flagelando ni pretendo ridiculizarme en mi propio blog, sólo estoy haciendo una introspectiva, relatando mi propia verdad que en algún momento si me hizo sentir miserable, me deprimió, me reprimió y me hizo depender muchas veces del criterio de alguien más. Yo misma me puse sacarse esa cárcel, lo que no entiendo es ¿por qué? Mi psicóloga me dice que si era un problema de autoestima, que no me daba mi lugar y que ponía todo lo que tenía que ver con mi pareja, en primer lugar, dejando de lado todo lo que en algún momento yo quisiera. Palabras más palabras menos, pero si es cierto que todas esas experiencias se parecen mucho.
¿Será que me di cuenta muy tarde? ¿O me di cuenta en el momento preciso? ¿Será que, entregar todo de mí es una bendición y a la vez una maldición? Y mi última relación me di cuenta tiempo y aún así sufrí mucho, porque pensé que todo era perfecto. Porque una parte de mí quería aferrarse a la idea de que yo estaba mal, pero el tiempo me hizo darme cuenta que no… Lo que estaba mal era que dos personas nada compatibles estaba intentando tener una relación que no iba para ningún lado. Sí, así fríamente lo digo pero es que no le encuentro otra explicación. Puse todo de mí, que si lo valoraron o no, no lo sé, que si fue muy poco tampoco lo sé, que todo pasó muy rápido, quizás, que la balanza está más pesada de mi lado, si es cierto y me costó demasiado volver al equilibrio. Fue injusto, fui injusta conmigo misma, porque volví a pensar que algo en mi estaba mal, porque volví a creer que yo tenía la culpa, porque menosprecié todo lo que mi corazón ha aprendido a lo largo de los años, persiguiendo algo que sólo estaba en mí, y no en la otra persona, querer intentar una y otra vez.
Ahora es tan fácil reconocerlo, tan fácil decir “que tonta fui“ porque permití que una persona que no me quería tanto como yo a ella, se metiera en mi mente y comenzara a desordenarla… comenzar a hacerme dudar de mis acciones, de mis pensamientos y de mis sentimientos. Una persona que por puro ego, quiso jugar con todo aquello que yo estaba dispuesto a darle y quiso dominar una parte de mí como que pensé que yo tenía dominada.
Y no, no era una cuestión de dominio. Era una cuestión de qué, quizás, si no hubiese pasado por todas las experiencias anteriores, hubiese caído en esa trampa del ego, todo hubiese sido todo más tóxico de lo que fue. No sentí que dominé la situación, no sentí que gané, más bien despertó algo dentro de mí que me hizo volver a creer en mí misma, en mis capacidades, en mi inteligencia emocional, que me hizo superior en esa situación. Pude reconocer, quizás un poco después de lo esperado, que yo era demasiado para esa situación. Que yo ya no debía pasar por eso. Que mi vida no iba a acabarse, mucho menos por una persona que no estaba dispuesta dar nada por mí, tal como yo si estaba dispuesta.
He pasado por tanto, he sido tanto, he conocido tanto, he aprendido tanto, y sí, me hace falta mucho más, pero simplemente mi corazón dijo: ya no. Ya no serás más sumisa, ya no serás más débil, ni miserable, ni poca cosa y mucho menos te vas a deprimir por algo que simplemente no merece la pena, por alguien que no te quiere lo suficiente… Tú eres capaz de quererte mucho más, de amarte mucho más, de ser mucho más y es por esto que no tuve ningún tipo de sentimiento, empatía, cordialidad, amabilidad, etc. Y no, no es ponerse a la defensiva. Es saber cuando ya una situación no es para ti, no te importa y mucho menos quieres resolver. Simplemente se desprende de ti porque tu felicidad vale mucho más que todo eso.
Cuando me di cuenta de esto, sentí que me quitaba un gran peso de encima, me sentí libre, porque yo soy suficiente y no necesito nadie que me complete. Porque si estaré con alguien, ese alguien me amará así completa. Él o ella se complementará conmigo y me dejará hacer todo lo que ya soy y todo lo que puedo llegar a ser… Me amará así completa y no buscará inmiscuirse en mis pensamientos, desordenarlos y usarlos a su propio beneficio; sino que los abrazara, los atesorará y los guardará dentro de sí. No actuará nunca desde el ego, sino desde el amor y tampoco nos veremos en la necesidad de elegir entre uno y otro.
Me llena de ilusión creer que la persona indicada llegará pero será en el momento indicado. Y no estoy esperándola, no estoy impaciente ni pretendo buscarla tampoco. He comprendidoque en este tiempo a solas lo más importante es permanecer en contacto conmigo misma, alimentando esa relación que mantengo desde que tengo uso de razón, estableciendo mis propios estándares,Determinada a poner por delante siempre mi bienestar, mi sanidad mental, mi felicidad y mi tranquilidad. Nada nunca será más importante que eso. Sí, comprender todo esto me toma muchos años, muchas lágrimas, muchos momentos amargos, muchos desplantes a mi misma “En nombre del amor“. Tuve que ser paciente, tuve que sufrir por mi propio ego, por mi propia terquedad y falta de autoestima.
Pero todo eso me hizo aprender sobre mí, sobre todo lo que me rodea, sobre quienes dejo entrar en mi vida, quienes debo dejar marcharse y quienes son más importantes.Empezando por mí. Por todo lo que soy y todo lo que quiero llegar hacer, es por eso que al día de hoy mi corazón descansa, que luego de tantas tormentas mi corazón está en calma y está disfrutando de una paz que le hace sonreír, le hace crecer y le hace amar mucho más a las personas que siguen permaneciendo en él. Así que, ahora, no me hace falta nada más.