Shout out para @quieroquecomprendas que con esta frase en uno de sus posts me hizo el día, luego de hacer introspectiva, en esos ratos que tengo a solas.
Ideales y cánones de belleza siempre han existido… En mi artículo No Soy Perfecta, Soy Real, hablé de ellos y de lo incrustrado que está en la mente pensar que las personas, sobre todo las mujeres, deben cumplir estándares de belleza que son absurdos y que están completamente alejados de la realidad. Haciendo así a las mujeres cada vez más inseguras del cuerpo que les acompañará toda su vida.
Pero quiero ir más profundo, quiero realmente hablar de aquellas personas que ya no ven la belleza como un requisito para lograr la realización personal. De ese estado de la mente en donde además de saber que no debes complacer a nadie, te sientes a gusto con tu propia piel pero no por lo que ves en el espejo, sí puedes ser guapo o guapa o quizás no seas un Brad Pitt o una Angelina pero por lo menos te sientes como tal y eso es suficiente.
Pero llega un punto en el que eso no es indispensable, En el que hay tantas cosas de las cuales ocuparte, que el aspecto físico, que está ahí y tiene cierta importancia, no alimenta tu autoestima y tu ego como antes. Por que ya toda tu estima está construida en base a otras cosas más importantes. No hay manera de qué te sientas feo o fea y si alguien te lo dice ni siquiera te inmutas porque sabes que no lo que eres y sabes lo que tienes.
Belleza: algo que por tantos años me importado tanto, no lo digo por mí, sino por cumplir con las expectativas de mi pareja: ¿de verdad pensará que soy la más bonita? ¿pensará que soy la más sexy? mientras hacemos el amor, ¿pensará en su estrella de porno favorita? ¿o de verdad estará concentrado en mí y en mi cuerpo? ¿cuando se me queda mirando, pensará ‘es tan hermos@’? ¿o seré una más de su lista y en realidad no soy tan guapa?
En Latinoamérica hay un estándar absurdo en donde si no tienes tetas, culo y no tienes curvas, no eres «una verdadera mujer» y hombres de todos los tamaños, colores y contexturas se atreven a calificar a las mujeres cual objetos, a hacer mansplaining y a criticar a aquellas que usan sus cuerpos, los modifican, los moldean o los arreglan a su gusto y no al de ellos. Es que en pleno siglo XXI los hombres siguen pensando que la función del cuerpo femenino es única y exclusivamente para su deleite y placer sexual.
Igualmente existe un estándar absurdo para los hombres en el cual si no eres lo suficientemente alto, de piel clara, delgado, con el pene de un tamaño grande, si no comes gimnasio, no tienes un tipo de carro específico o no pagas siempre las cuentas de las citas, simplemente no tienes potencial como hombre, proveedor y protector.
Definitivamente que cumplir con todos esos estándares resulta ser tan agotador y todos pasamos por esa catarsis en donde nos damos cuenta que es estúpido complacer a todo el mundo. Gente mala, envidiosa, inconforme con sus propias vidas siempre habrá… En donde hacen despliegue de sus frustraciones con aquellos que ven medianamente bien o muy bien, según ellos.
Lo más importante de todo esto es darnos cuenta que todos somos humanos, tenemos cuerpos, formas, tamaños, vidas, experiencias, gustos y cánones de belleza diferentes. Que lo que a tí te puede gustar, a mí puede parecerme normal y lo que a mí me parezca excepcional, tú sólo digas «meh». ¡Basta de querer complacerlos a todos para cumplir expectativas de personas que ni siquiera pueden llenar sus propias expectativas personales.
