He cambiado…

Desde que escribí mi último artículo, finalizando el 2021, han pasado algunas cosas. He estado los suficientemente ocupada como para que la notificación de la renovación de este dominio en mi Banca en Línea haya sido lo que me recordara que TENGO UN BLOG CON MÁS DE 100 ARTÍCULOS y que lo he abandonado por otras prioridades. Perdón, blogsito… estaba tratando de ser alguien en la vida pero tengo mucho que contarte… 🙂

Leer más »

Retrospectiva del 2021

Al escribir las primeras líneas de este artículo, no sabía cómo llamarlo, pero como muy pocas veces digo: «lo dejaré fluir». En fin… es diciembre de 2021, pronto cumpliré 26 años y hay pensamientos rondando mi mente cada vez más, los que en algún momento fueron extraños para mí, ahora son usuales y realmente no sé si está bien o mal aunque sea hablar un poco sobre el futuro.

Leer más »

¡A la mierd* todo!

¿Has sentido que últimamente ya nada te importa? ¿que quisieras tirar todo y comenzar de nuevo?

Sí… yo también, y es producto de esta Pandemia, que nos ha cambiado la perspectiva en todo lo que solíamos creer.

A principios del 2020 teníamos incertidumbre porque no sabíamos a qué íbamos a enfrentarnos. A mitad de año hubo una crisis inminente, muchas personas perdieron sus negocios y empleos, reducciones de salarios sin olvidarnos de quienes perdieron a seres queridos. Fue difícil despertar cada día pensando en el ¿qué pasará luego? y continuar luchando… a veces sin saber contra qué. Cada vez supimos más del Coronavirus, de sus variantes y de tratamientos más efectivos, lo que poco a poco nos dió una tranquilidad en general así que bajamos un poco la paranoia colectiva y comenzamos a vivir de manera un poco más «normal».

Pero ahora que todo ha arrancado nuevamente, donde cada vez más parece la vida pre-Pandemia, hay un sentimiento extraño y diferente… Un sentimiento que nos hace pensar en todo aquello que tuvimos antes y que ahora tenemos. Que si tenemos lo mismo, lo vemos de otra manera… Debido a la cuarentena y la implementación del Home Office y Home Schooling, convivimos mucho más con nuestras familias, aquellos que sólo veíamos al final del día cuando llegábamos a casa luego del trabajo.

Debido a esto, surge una añoranza por esa cercanía y esa serenidad que sentíamos al pasar todo el día encerrados con nuestras familias, mientras que el mundo parecía desmoronarse fuera de nuestros hogares. Es por esto que valoramos aún más el tiempo que pasamos con ellos y pensamos que «no todo es trabajar» o «no todo es estudiar» a lo estúpido, si al final te quita tiempo con lo más importante que tienes, que no es el dinero sino tu familia.

También vemos diferente nuestras ocupaciones, ya no nos desvivimos por llegar tempranísimo a nuestros empleos o trabajar horas extras para ser (o parecer) más productivos en la empresa. Ya no nos esforzamos demasiado en cosas que en el fondo no nos interesaban… Muchas personas abandonaron sus estudios, por la urgencia fueron emprendedores y ahora se han dado cuenta que ni siquiera tenían por qué haberse inscrito en esa carrera en específico.

Otros sobrevivieron con sus liquidaciones y parte de ella, la invirtieron en nuevos emprendimientos y negocios que, ahora con el reinicio de «la vida normal», están dando sus primeros frutos. Otros tuvieron un despertar y se dieron cuenta que sus objetivos estaban lejos de lo que estaban haciendo antes de la Pandemia. Y yo, como mis compañeros de la maestría y muchos universitarios, seguimos estudiando porque sabíamos que nos esperaban cosas diferentes cuando esto acabe del todo, nos aferramos a esos objetivos y dejamos atrás muchos otros que, con todo lo que estaba pasando, empezaron a carecer de sentido.

Y sí… ¡A la mierda todo! Todo aquello que creíamos que era importante. Todo lo que nos alejaba de nuestros verdaderos deseos. Aunque todo está volviendo a ser como antes, nosotros ya no somos los mismos. Esta Pandemia nos ha cambiado por dentro y por fuera. No sólo sobrevivimos, sino que nos adaptamos y supimos salir adelante, unos a un paso más lento que otros, pero seguimos de pie y luchando. Sólo que ahora por los objetivos, propósitos y motivos correctos.

¿Estamos listos para un apagón digital?

Con la reciente caída de los servicios en línea de WhatsApp, Facebook e Instagram; nos hemos dado cuenta de que no.

Y no quiero sonar fatalista pero, ¿qué pasaría si por un momento, el mundo globalizado en el que hoy día convivimos, simplemente deja de estar en comunicación constante? ¿si nuestros celulares simplemente dejaran de estar conectados a internet? ¿si todas nuestras cuentas en Apps se borran o tuvieran errores fatales? El hecho de solo pensarlo me hace arrugar la cara.

El mundo estuvo parcialmente incomunicado por varias horas y aunque hubo alternativas como Twitter o Telegram, no fue lo mismo por lo necesarias que se han vuelto estas plataformas para trabajar, convivir y entrentenerse. Muchos negocios pequeños dependen de estas redes sociales, porque son gratuitas y cualquiera tiene acceso a ellas. En estos últimos años es muy fácil que todos sepan de tu producto gracias a una cuenta en una red social que utilizan millones de personas alrededor del mundo… Sólo hay que saber venderse.

Pero ¿realmente estamos listos? Y no, no voy a creer eso de que «Seríamos un mundo mejor sin las redes sociales»… ¡Mentira! Todos tenemos al menos una (sí, Whatsapp también cuenta como red social) y todos nos comunicamos y nos acercamos a más personas que nos interesan, o vemos contenidos que nos gustan, etc.

Igualmente no tiene por qué ocurrir un apagón digital, estas empresas multimillonarias tienen todo para que sus servicios no vuelvan a dar problemas (por lo menos por un tiempo), igualmente nosotros como seres humanos, siempre buscamos resolver, en este caso, cómo comunicarnos y si de verdad ocurriera dicho apagón, nos sabremos adaptar.

Este mundo globalizado está lleno de entretenimiento que atrapa, distrae y hasta controla a la población, nos vende productos para enriquecer a unos pocos a base de nuestros caprichos bobos y nos obliga a comprarlos cuando ni siquiera los necesitamos.

Como seres pensantes, el «apagón» lo tenemos que hacer nosotros por nuestra cuenta de vez en cuando… Mirar hacia arriba y conversar un poco con las personas que tenemos alrededor. Debemos dejar de depender tanto de estas redes sociales, que al final sólo son un puente de comunicación. Sólo son un canal, una herramienta y no un recurso indispensable, los cuales nos ayudan en una infinidad de maneras pero hay que saber cómo, cuándo, para qué y por qué las utilizamos.

¡Hola! De nuevo…

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve aquí plasmando mis pensamientos e inquietudes, incluso mi artículo anterior data del 29 de diciembre del 2020, en un momento de la Pandemia en donde todo era incertidumbre y simplemente exploté. No era para menos, en Panamá habían decretado una cuarentena total para los primeros quince días de enero y aunque mi situación no estaba taaaaan mal (creo), sentí miedo. Incluso ahora recuerdo esa sensación y me hace arrugar la cara.

En fin, estamos aquí diez meses después, meses en los que pensé en escribir nuevamente pero lo aplazaba porque en mis momentos libres (sin tareas de la universidad, trabajo, diligencias, entrenamiento, quehaceres, momentos en familia, etc.) lo que hacía era dedicarme al puro ocio. No me culpo en lo absoluto, mi mente ha estado sumamente ocupada este año, pero ahora, luego de unas merecidas vacaciones puedo decir que tengo más claros algunos objetivos en mi vida profesional y personal.

Parte de esos objetivos es volver a ponerle cariño a este sitio y orientarlo a lo que estoy haciendo actualmente en mis otras redes sociales, obviamente sin que pierda su escencia de ser un lugar donde deposito mis pensamientos, sentimientos, emociones y uno que otro rant por ahí…

En fin… espero que sigas disfrutando de este blog que ya tiene 4 años de existir, que alberga ideas desde entonces y que tal vez no han cambiado mucho, otras sí… ¡y vaya que he aprendido, sobre todo del 2020 y 2021!… Así que hay mucho por escribir… ¡y por leer!

¡Gracias por permanecer aquí!

¡Maldita Pandemia!

¡Maldita Pandemia!

Solo nos queda pegar un grito al cielo por todas las frustraciones infundadas en este año tan insólito y extraño, en donde por culpa de algo tan pequeño y casi invisible como lo es un virus, nuestros sueños se vieron truncados, nuestra realidad incierta y el miedo infundado muchas veces por los mismos medios de comunicación, hizo inminente nuestra poca capacidad mental de afrontar situaciones de esta magnitud e hizo evidente el atraso de los sistemas de salud en Latinoamérica.

¿Mucho para una introducción a una lectura que parecerá más un desahogo? Sí, yo también pienso lo mismo, ¡pero es que hay tantas cosas pasando al mismo tiempo! Es como aquella frase trillada de El Alquimista de Paulo Coelho pero a la inversa: «Todo el universo conspira PARA QUE NO CONSIGAS UN CARAJO»… Lo siento, me exalté. Pero sí, todo el universo ha conspirado contra tí, contra mí y contra absolutamente todos.

¿De quién es la culpa? ¿De los chinos que se tomaron su sopa de murciélago o de aquellos que cazaron a esos murciélagos? No me malinterpreten, en realidad la pregunta anterior tiene un trasfondo o quizás la mejor definición sería de una metáfora que pudiera explicar la pregunta que de verdad ronda mi cabeza… pero me da tanto pesar exponer la situación en un país como Panamá, en donde el sistema de salud antes de la pandemia, ya era paupérrimo e ineficiente.

Todo nos está explotando en la cara, a grandes y chicos, a ricos y pobres, a jóvenes y no tan jóvenes. Nos estamos dando cuenta de lo vulnerables que somos, de que somos un país de sólo un puñado de gente y que por eso debemos luchar por salvarnos a nosotros mismos. Es desalentador no tener el respaldo de un gobierno que únicamente se ha interesado por llenar sus bolsillos a costa de las vidas de miles de personas y de casos que crecen exponencialmente.

Es desalentador que muchas personas no sepan qué van a hacer en la próxima cuarentena para llevar comida a su mesa, o mascarillas, caretas y alcohol, o medicinas y artículos de limpieza… todos escenciales pero a veces no somos conscientes que existen familias que deben elegir entre estas tres cosas cuando tienen alguna esporádica entrada de dinero.

Solo nos queda ser conscientes de todo lo que está pasando, de cuidarnos a nosotros mismos, a nuestras familias y a nuestros amigos. Sí, nada nos haría mejor que un abrazo pero demuestras más amor si te mantienes distanciado, si usas mascarilla y no saludas de mano y beso. Solo nos queda seguir trabajando y esforzándonos para que nuestra situación económica no empeore: ahorrando lo más posible, racionalizando nuestros gastos, ayudándonos con nuestra burbuja y salir lo menos posible.

Ya todos estamos cansados. Todos, sin excepción… Desde aquel que tuvo disciplina y guardó su cuarentena preventiva desde marzo hasta octubre, pasando por aquellos que quisieron algo de normalidad comenzando a salir tomando las medidas necesarias hasta aquellos que les valió tres pares de v#$%& e hicieron fiestas, arriesgando a sus familiares, vecinos y amigos. TODOS estamos cansados de toda esa basura, sobre todo el personal de salud que vive lo más horrible de la pandemia…

[29 de diciembre de 2021]

Una lucha frente al espejo

Como si no fuera suficiente en este año tan extraño, ahora es de agregar un nuevo elemento a mi lista de cosas que me pasaron. Lo que a veces me pregunto es porque todo tiene que ver con salud, y aunque no es tan grave, sí es algo que me pone un poco triste. No sé si es el destino, Dios, o simplemente una reacción adversa a un tratamiento bastante agresivo del cual estoy saliendo, contra todo pronóstico y es lo único que puedo decir que está bien en estos últimos días.

Leer más »

Tu voz interior

Las responsabilidades: en qué momento forman parte de la vida de una forma en la que asumimos su valor? De una forma que, nos hace sentir dignos, productivos, valiosos e incluso orgullosos. Porque sí, pensar en lo que tenemos que hacer a veces nos causa cierto repelús, porque nos vemos como una obligación. Y no, no dejará de serlo pero llegas a un punto en el que se convierte en un momento en donde prefieres dar lo mejor de ti, hacerlo con una sonrisa en lugar de simplemente renegar. Es ese momento del día en donde tu voz interior te acompaña, te ayuda, Y te facilita el proceso, por qué sí, puede ser agotador, puede llevar mucho tiempo, puede ser muy difícil y necesites ayuda de otros, pero esa voz en tu cerebro, ordenando todo, planificando todo, llega a ser reconfortante.

La voz interior: ¿qué es? ¿Como se manifiesta? ¿Sabemos reconocerla? Sabemos escucharla?en mis pausas, últimamente he prestado mucha atención a esa voz interior, no sé si llamarlo conciencia, introspectiva, o simplemente soy yo misma dándole instrucciones tácitas a mi cerebro y tratando de mantenerme en compañía. Podría tener muchos nombres, o no tener ninguno pero en las pausas donde me he visto forzada a descansar, ha tenido bastante protagonismo y yo también la he dejado libre. La he dejado ser y manifestarse, a veces con afirmaciones bonitas, agradables, que me hacen sentir bien. Otras veces con pensamientos un poco más pesimistas, otras veces bastante realistas, y aunque estoy en un momento de mi vida aquí en realidad no todo es tan malo, si es cierto que a veces tengo ciertos mental breakdowns, me echo a llorar y dejo que todos esos sentimientos negativos se vayan…

Mi psicóloga me dice que es algo normal hacer catarsis, detenerse un momento y darnos cuenta que somos o que podemos llegar a ser débiles. Que hay que drenar esa presión que a veces tenemos sobre nuestros hombros. He tenido varios episodios durante la cuarentena, por distintas razones y siempre sido partidaria de tomar un tiempo para el desahogo porque nunca es bueno quedarse con esa energía negativa dentro.

Siento que he crecido un montón este año, ni se diga el año pasado… Todas esas experiencias están en este blog. Crecer me ha hecho despertar mucho más esa voz, que no creo que pueda definir qué es exactamente, pero que me dice siempre lo que debo hacer o pensar, no como un mandato sino como parte de mi convicción propia. No sé si lo entiendas tú, que estás leyendo esto. Quizás yo estoy un poco loca, luego tantos meses de confinamiento, no lo sé, pero escribir sobre esto me hace darme cuenta que en cada introspectiva que hago, me conozco mucho más. Y parte de crecer es eso, seguir conociéndote: saber que te conviene y que no, saber lo que te gusta y ser honesto respecto a ello, contigo mismo principalmente. Entre muchas otras cosas, Que quizás sean factores externos pero queda algún otro modo influyen en nuestros pensamientos y decisiones.

Parte de crecer y saber disfrutar cada momento, no importa si estás aburrido, si estás teniendo una conversación que poco te importa, si estás cocinando o sacando la basura, si estás haciendo la compra o en un tranque camino a tu casa. Incluso si riegas las plantas o doblando la ropa, todas esas son obligaciones, son cosas simples de la vida que hay que hacer porque toca, pero cuando creces, no digo que de lleno lo disfrutas, pero les pones mucho más empeño, quieres hacerlo bien, quizás porque “el perezoso trabaja dos veces, o porque le agarraste el gusto mantener todo en orden, todo organizado a tu manera y de una forma correcta.

Al crecer, haces todas estas cosas no porque nadie te mande sino porque salen de ti. Porque llegas a un punto en el que, sí, nadie puede hacer lo mejor que tú, o porque le agarraste gusto a esas responsabilidades, porque ya forman parte de ti y porque tu voz te acompaña e incluso te echa porras. Definitivamente en el mundo tan caótico en el que nos encontramos, es importante darle valor a esa voz interior y exteriorizar para nosotros mismos todo lo que queremos y anhelamos.

Todos esos pequeños logros del día a día potencian esa voz interior y debemos tenerla presente siempre, en las buenas y en las malas, porque es lo que nuestro corazón reconoce del hecho de que permanecemos vivos en este mundo lleno de otras voces. Y tú… ¿escuchas a tu voz interior?