Una lucha frente al espejo

Como si no fuera suficiente en este año tan extraño, ahora es de agregar un nuevo elemento a mi lista de cosas que me pasaron. Lo que a veces me pregunto es porque todo tiene que ver con salud, y aunque no es tan grave, sí es algo que me pone un poco triste. No sé si es el destino, Dios, o simplemente una reacción adversa a un tratamiento bastante agresivo del cual estoy saliendo, contra todo pronóstico y es lo único que puedo decir que está bien en estos últimos días.

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Descanso a mi corazón

La mayor parte de tiempo este blog se ha caracterizado por mis experiencias en el amor. Sin mucho recelo he contado gran parte de mis andanzas, quizás porque no soy la única que la vivido y a lo largo de los años mi perspectiva ha cambiado. Me encanta poder compartir esas experiencias con personas que quizás necesiten saber que no están solos y que puedan ver su problema desde otra perspectiva.

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Mi “nueva normalidad“

Como cosa de Dios, o cosa del diablo, el 7 de octubre me notificaron que debo regresar a trabajar de planta todos los días. Confieso que en el primer momento pensé “qué pereza, Ya me acostumbre a estar en mi casa todo el día, todos los días”, También pensé que me había adaptado muy bien a esta normalidad y que por un instante, podría quedarse así ¿ para siempre? No lo sé, sólo era parte de un pensamiento ideal, interesante pero por lo visto bastante alejado de la realidad.

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Una pausa para continuar…

Para continuar primero hay que tomar un descanso.

Día número N de mi cuarentena, en casa haciendo teletrabajo, refugiándome en una rutina implantada Obligatoriamente pero que he sabido tomarle cariño y que ahora disfruto, sobre todo en mis pausas. Rutina que tienen muchas personas también pero que no debería envidiarse, porque estar en casa tanto tiempo también abruma, sobre todo en mi caso que debo cuidar a mi abuela y también cuidar mi condición: Crisis aleatorias de rinitis crónica.

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Cuarentena Día No. ¿?

Me abstuve de escribir algo sobre toda la situación durante este primer mes de aislamiento (en Panamá), quizá porque necesitaba adaptarme a esta nueva realidad que supone un bucle eterno de malas noticias. Porque quería aprender más, instruírme y no dejarme llevar por el amarillismo de los medios ni los mensajes alarmistas de mis tí@s en Whatsapp.

Porque quería comprender qué tan grave es todo este asunto, tenerlo en cuenta y adaptar mi mente a este escenario, el cual si lo pienso demasiado me abruma pero creo que he sabido sobrellevarlo.

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-¿Todo bien?

-Sí, no te preocupes… Sólo soy yo y mis cosas.

-Bueno… Espero que estés mejor de verdad y logres descansar bien…

Bien… todo está bien… todo lo que estoy viviendo está más que bien y me encanta. Por fin me siento tranquila, en paz conmigo misma y con todo lo que me rodea. Por fin puedo decir que estoy viviendo una tranquilidad auténtica y mis sonrisas espontáneas lo corroboran.

Por fin puedo decir que son más las lágrimas que salen por alegría que por tristezas o preocupaciones, que al fin y al cabo se pueden resolver. Incluso puedo sentir que soy yo misma y que no debo fingir en lo absoluto para caerle bien a nadie, porque las personas que tengo en mi vida me aceptan como soy y además, ¡les encanta mi manera de ser!

Por fin puedo sentir que valgo mucho, que soy única y que puedo seguir mejorándome mucho más… Que no tengo sino cosas buenas que ofrecer al que se me atraviese en el camino y eso me llena de tanta tranquilidad. No tengo energía para dar malas vibras a los demás.

Finalmente puedo decir que estoy en mi mejor momento, que luego de tanto buscarme a mí misma y encontrar todo lo maravillosa que puedo llegar a ser, no hay nada ni nadie que, consciente o inconscientemente me vaya a hacer sentir mal o a detener.

Aunque a veces tengo miedo, sí… tengo miedo que todo esto que he construído se desmorone, quizás por una o más decepciones, o por mí misma. Que toda esta felicidad sea momentánea, porque en un momento mi statu quo era solo drama y tristeza, y no quiero volver a ello nunca más…

No quiero ser más esa persona sumisa y triste que dependía mucho emocionalmente de alguien. Me gusta más esta versión de mí y me he encariñado tanto con ella que no quiero soltarla. Puede que exista alguna que otra decepción en mi vida y me da miedo, pero debo utilizar todo esto que he construído para consolarme a mí misma, empoderarme y seguir adelante, si así sucede.

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Pero tampoco quiero pensar en lo malo, sino en todas las cosas buenas que me están sucediendo, que a veces no me las creo, pero que debería empezar a abrazar y a mantenerlas conmigo, para así darme cuenta que esto es lo que realmente estaba buscando en todos esos momentos que me sentía desconsolada y perdida.

Pero ya no me siento así, me siento en paz, tranquila y sobre todo siento que estoy en el lugar correcto y que no debo tener miedo en absoluto. Siento solo amor en mi corazón y eso me hace sentirme bien… porque está todo bien.

¡2019!

2019: Un año desbordado de lecciones, el que pude conocer, experimentar y aprender tanto… que me sorprende que todo eso haya tenido cabida en un sólo año. Pero aquí estoy, con el corazón lleno de amor: amor propio, amor de mi familia, de mis amigos, de personas especiales que Dios y el universo pusieron en mi camino; lleno de seguridad, de sabiduría, de entendimiento y madurez.

Fueron tantas experiencias hermosas, divertidas y fuertes, que incluso las podría enumerar por mes:

Enero. Subí el Volcán Barú: Algo inalcanzable y casi imposible, que pude lograr en 12 horas pero que me ayudó a purgar todas mis malas vibras del 2018. Aprendí a unirme más con mis primos, quienes considero mis hermanos y a atesorar los recursos (sobre todo el agua).

 

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Febrero. Me gradué el día de mi Cumpleaños: Cumplí el sueño de mis padres, mi hermano y mi familia. Al fin pude decir: Estoy tatuada y graduada. Todo junto a mis mejores amigas de la Universidad, quienes me cantaron antes de la ceremonia. Ese día me sentía una princesa con mi toga y mi birrete.

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Marzo. Ví a Residente en Vivo: Mi artista masculino favorito de siempre, porque me aprendí casi todas sus canciones, siempre me encantó su irreverencia y su forma de hacer arte y verlo en vivo fue simplemente un sueño hecho realidad.

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-Pero no todo fue felicidad en este año… También hubo meses turbios en los que literalmente quería morirme-

Abril. Un amigo me traicionó: Alguien que estimaba y quería mucho, me hizo confundirme completamente solo para aprovecharse de mí. Al principio todo era un juego, y quise creer en sus palabras pero sus acciones demostraban todo lo contrario. Entonces me alejé completamente porque sabía que permanecer ahí me haría más daño. Lloré como nunca este mes porque no podía soportar verlo.

Y para superar este bajón…

Mayo. Viajé sola a Brasil: Durante la JMJ conocí a Jaque y a Gika, dos catarinenses que se hicieron mis amigas y me invitaron a vacacionar en Brasil. Conocí a Alexandre, a Higor y su hermosa familia, quienes me hicieron sentir un miembro más en el Día de las Madres. Aprendí muchísimo de la cultura de la Región del Sur de Brasil, a subsistir sola en Florianópolis, SC., y a hablar portugués más fluidamente.

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Junio. Mi desequilibrio Hormonal: Una odisea que no le deseo a ninguna mujer. Pero que llegó para enseñarme (a palos) a cuidar y a querer más a mi propio cuerpo. En mi artículo “Todo está bien…”: empieza el relato de mi más reciente lucha., explico más detalladamente todo lo que me pasó.

Julio. Mi Recuperación: En dos meses de doloroso letargo, por fin veía la luz entre tanta oscuridad, y poco a poco entendía todo lo que había pasado con mi mente, mi cuerpo y mi corazón. En el artículo “…realmente bien”: …una lucha de adentro hacia afuera., está el descenlace de toda esta odisea.

Agosto. Volviendo a ser yo: Volví a nadar, me volví a tatuar, volví a mis ejercicios habituales y a trabajar. Me sentí feliz de poder regresar y ser útil como siempre. También volví a mis andanzas, a rumbear y a salir… Cumplí el sueño de mi mamá de ver a Chayanne en vivo y también fui a ver a mis reggaetoneros favoritos de siempre. Porque quería, y porque mi físico estaba mejorando cada vez más.

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Septiembre. Volvió el trabajo duro: Empezó la temporada 2019-2020 de NFL y también todo lo que queda del año para cerrar en cuanto a deportes. Me mantuve trabajando todo lo que no pude los meses anteriores, con la mente ocupada y sin tiempo para lamentarme de absolutamente nada.

Octubre. Casi se nos va la Matriarca: Mi abuela comenzó a tener problemas cardiacos y como familia todos nos asustamos y por eso nos unimos para darle amor y fuerzas. Nos dimos cuenta a tiempo de que su condición estaba empeorando y le operaron para colocarle un marcapasos. Ahora ella está sana, tranquila y seguirá con nosotros por muchos años.

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Noviembre. Trabajando en mí: Seguí ocupandome de mí misma y de concentrarme en el trabajo, tanto que comencé a brotarme por estrés. Casi ni dormía y me volví dependiente al café, pero con la satisfacción de seguir cosechando frutos en mi profesión. También seguí mejorando en natación y no había semana en la que no fuera a relajarme y despejar mi mente entre tanto alboroto. Al final logré un balance y me llenaba de satisfacción.

Diciembre. Conocí a un nuevo ‘alguien’: Quemando el último cartucho del año y cuando menos lo esperé, conocí a un chico con el que rápidamente tuve buena química. Yo ya sabía quién era él pero él no sabía quién era yo, en lo absoluto. Ahora estamos en el proceso de conocernos mejor y de compartir muchos momentos juntos. Quién sabe qué nos depara el destino, lo único que sé es que me encanta todo lo que estamos viviendo.

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PD. No soy Giants Fan.

Y así termina este hermoso año lleno de recuerdos y sin duda uno de los mejores de mi vida, porque entendí muchas cosas, porque aprendí de la empatía, a ser agradecida, a cuidarme a mí y cuidar a los míos, aprendí a superar mis propias expectativas de mí misma, a darme cuenta de quiénes en verdad están conmigo y sobre todo a amarme más, amar cada una de estas heridas porque se traducen en enseñanzas y en fortaleza. Más que nada para poder enfrentar los retos que ya se avecinan en este 2020 y que estoy ansiosa por superar.

«Tiempo al Tiempo»

Una frase que no paraba de repetirme una de mis mejores amigas y tuvieron que pasar casi 10 años para realmente comprenderla…

Hace ya un buen tiempo que me mantengo soltera, que mis sentimientos más puros no están amarrados a un alguien y eso no influye en mis acciones o decisiones. Y es que quizás mi corazón sea lo que contiene la fuerza absoluta para mi accionar en mi vida, pero cuando hay alguien que ocupa gran parte de él, lo trastoca y retiene muchas cosas dentro de mí, o por lo menos eso es lo que me dice mi propia experiencia.

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Bethliz «Pamela» Martínez, quien me dijera la otrora frase.
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